Los cambios sociales y tecnológicos, así como los objetivos de sostenibilidad establecidos por entes internacionales, están definiendo claros retos para el sector energético que dan forma a la transición energética. Entre estos retos destaca la creciente demanda energética a nivel mundial, la Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda de electricidad aumente hasta un 40% para el 2030 (ya teniendo en cuenta los esfuerzos internacionales en relación a la Eficiencia Energética). A este, se suman la necesidad de reducir las emisiones de C02 y el consumo de combustibles fósiles, la mejora de la red eléctrica para evitar fallos y la universalización del acceso a la energía (actualmente se estima que un 17% de la población mundial no tienen acceso a la energía).
Estos ítems establecen un punto de inflexión que marca dónde se inicia la transición que está viviendo el sector energético, hasta el momento caracterizado por centrales situadas a quilómetros de las ciudades, con una preocupación por la sostenibilidad escasa y centrada en recursos que parecían inagotables.
El sector sabe que debe dar respuesta a nuevas necesidades, cambiando sus características principales de raíz. Entre las respuestas ofrecidas por parte del sector energético encontramos la microgrid, un sistema de suministro de energía local e independiente que, habitualmente, se basa en múltiples fuentes de energía. Esta isla energética puede ayudar considerablemente a la optimización de la distribución de energía dentro del sistema eléctrico actual.
Pero, ¿qué beneficios aporta la microgrid?
Una de las principales características de la microgrid es su capacidad de aislarse de la red principal y ser autosuficiente, asegurando así el suministro continuo de electricidad. Además, gracias al sistema de gestión local, las prioridades de carga y las estrategias de control pueden ser gestionadas y ajustadas de manera óptima. Sin olvidar que, gracias a la información previa (p.e. partes meteorológicos) la microgrid puede preparase con una estrategia de precaución para incrementar la futura resistencia del sistema.
- Optimización del coste de la energía y flexibilidad energética.
Mediante la gestión de fuentes de energía renovables locales, la microgrid puede optimizar la programación y operar el mejor mix de fuentes para el autoconsumo. En este sentido, también es clave para los cambios en el almacenamiento de energía y los programas de demanda-respuesta o balanceo de red. Debe destacarse que es posible usar las microgrids como equipos flexibles de energía distribuida.
- Independencia energética y energía renovable
Como hemos comentado en el punto anterior, las microgrids permitirán integrar las energías renovables de modo asequible, así como fomentar la seguridad, reducir las emisiones y el gasto en importación de combustibles fósiles.
La tecnología de microgrid puede proveer de energía inteligente y de la capacidad de gestión energética de manera que obtiene una penetración de las renovables más alta, que hasta el momento estaban limitadas por estabilidad y problemas de variabilidad.
- Accesibilidad a la energía
Por sus características y su localización, las microgrids permiten el acceso a la energía a un precio razonable en áreas remotas o alejadas de la red principal.
En términos generales, la microgrid puede contribuir a la transición energética respondiendo de manera práctica y accesible a la mejora de la resistencia, la fiabilidad, la accesibilidad, la independencia, la sostenibilidad, la seguridad, la rentabilidad, así como en la búsqueda del equilibrio entre respuesta y demanda o en programas de balanceo de red. La descentralización energética mediante microgrids es uno de los desarrollos más importantes para responder a los retos energéticos actuales ya que permitirá establecer una cultura de optimización de distribución energética en el sistema eléctrico, aunque falta por saber si las microgrids serán la norma o se mantendrán como excepción.
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