Trayectoria de un equilibrio perfecto, por Liliana Aldana

Creo que a todo mundo le cuesta trabajo decir quién es ante los demás. Una está consciente de sus triunfos personales, pero, a la mirada de familiares o amigos, puede que estos sean diferentes. Mi nombre es Liliana Aldana. Actualmente soy Gerente de Ventas Home & Distribution en Schneider Electric México, empresa en la que llevo más de 22 años trabajando. Además, cuento con una experiencia de tres décadas en el sector eléctrico.

A lo largo de esos años, la empresa ha evolucionado de acuerdo con los avances tecnológicos y humanos de nuestro siglo; y yo, por supuesto, no soy la misma que era veinte años atrás. Gracias a esta compañía, he descubierto que amo profundamente mi trabajo y quien soy.

En las diferentes posiciones que tuve en Schneider Electric, mi crecimiento ha sido equivalente a mi atención con mis colegas, a la calidad de mi trabajo y a la entrega con que ejerzo.

Valoro, mejoro y celo el equilibrio de mi vida. Pero no podría pensar en ella sin dejar atrás los cuatro pilares que la distinguen y conforman: la profesión, la maternidad, la afición por el deporte y la vida en pareja.

Ya les he hablado un poco acerca de mi desempeño laboral. En cuanto a mi vida privada, soy la madre orgullosa de tres hijos maravillosos: Paolo, de 21 años; Ivana, de 17; y Mya, de 11.

Durante mis primeros años en Schneider, hacía malabares entre juntas, comidas y visitas a clientes, y recoger a mis hijos de la escuela, atender citas con maestras, prepararles lunch y pasar tiempo de calidad con ellos.

Cada jornada era un reto nuevo que yo afrontaba de la mejor manera. Una frase que siempre me he dicho es: “Cada día debe valer mucho la pena”.

Mis hijos son la brújula de mi vida, en quienes han caído los frutos de cada uno de mis esfuerzos. Hoy los veo felices: sé que han prosperado en sus propios intereses, como yo. Me enorgullece haberles heredado esa entrega a lo que hacen.

Entre mis pasiones se encuentra el deporte: corro casi a diario, y he corrido 60, 80, 100 kilómetros… A veces pierdo la cuenta de la distancia que he andado, pero es tanta que me ha conducido a numerosas partes del país, e incluso Europa y África.

Aparte de los maratones y ultramaratones, también el pádel me ha hecho viajar para ser participante en competencias como Panamericanos.

Y ahora, volviendo a mi vida profesional, descubro que muchos de los valores de mi vida son los mismos que he adoptado de Schneider.

Como he dicho, retos los hubo y los habrá. Equilibrar la vida privada y la profesional es complicado, sobre todo para una mujer, pero no imposible. En mi experiencia, hay que poseer claridad y deseos de pertenecer al mundo de las ventas. De ser así, hay que estar preparada para romper con la idea de que este es un sector exclusivo para hombres.

A partir de que venzamos tal paradigma, tendremos que visualizar la detección de oportunidades que ofrecen las diferentes industrias del mercado; argumentar y sustentar soluciones eficientes, y concretarlas para satisfacer necesidades específicas de los clientes.

Todas estas destrezas forman parte del quehacer de una experta o un experto en el área comercial.

Sin lugar a duda, hay que parecer para creérsela. Como mujeres en áreas comerciales, empleamos nuestras características femeninas: utilizadas en el trabajo, resultan ser armas altamente eficaces.

Así, la visión periférica que debe tener una vendedora de alto rendimiento le sirve para identificar oportunidades a nuestro alrededor, dosificar conversaciones y optimizar tiempos. Otro rasgo nuestro permite mayor delicadeza y atención a los detalles.

De este modo, una vendedora es flexible con los diferentes perfiles de clientes.

Finalmente, la emotividad, la empatía y el acompañamiento nos confieren perfiles adecuados para distinguir las necesidades, saber cómo actuar y satisfacerlas. En pocas palabras, hay que cultivar una sensibilidad propicia. Esto es posible únicamente sabiendo equilibrar cada esfera de nuestra vida.

En mi caso, Paolo, Ivana, Mya, mi pareja y mis aficiones deportivas complementan mi profesión y me suman. Si volvieran a preguntarme quién soy, solo podría responder con estas mismas palabras.

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