Para cumplir con los objetivos establecidos por la Unión Europea en materia de sostenibilidad y medioambiente es necesario aumentar los niveles de eficiencia energética en edificios. Siendo varios los factores que hay que vigilar para lograrlo.
Sistemas HVAC
Optimizar los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC) es una de las claves. Son sistemas que están creados para controlar la temperatura y humedad de un edificio.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) el aire acondicionado debe estar a una temperatura de 27º y la climatización en invierno a 19º. Además, la diferencia entre el exterior y el interior no debe ser superior los 12º
Los sistemas HVAC consumen entre el 35 y 40% de la energía en edificios comerciales y residenciales según CORDIS (Servicio de Información Comunitario sobre Investigación y Desarrollo, de la Comisión Europea).
Por ello, hay que prestar especial atención a este tipo de sistemas. En primer lugar, tienen que estar adaptados al tipo de actividad. Es decir, si se trata de una vivienda, una oficina, etc.
En segundo lugar, deben ser capaces de mantener una temperatura estable a lo largo del día. No será óptimo un sistema de climatización que se active y desactive mediante fuertes impulsos para tratar de compensar pérdidas o ganancias de temperatura. Estas ‘activaciones’ y ‘desactivaciones’ aumentan el consumo energético y no permiten una temperatura óptima que asegure el bienestar de los ocupantes a lo largo del tiempo.
Otro aspecto importante para su correcto funcionamiento es el mantenimiento y la limpieza. Deben seguir las normativas al respecto como son UNE-EN 13403:2003 (para la ventilación) o UNE 100030 IN:2005 (para la prevención), entre otras.
Iluminación en los edificios
La iluminación es otro aspecto clave que debemos vigilar cuando perseguimos mejorar la eficiencia energética de los edificios.
Lo más importante es aprovechar al máximo la luz natural. Para ello, son eficaces los sistemas de control de iluminación. Permiten utilizar la luz artificial solo cuando es estrictamente necesario, con todo el ahorro que ello supone. Son sistemas que combinan el control de tiempo, ocupación, utilización de la luz y gestión de la iluminación.
Esto quiere decir que están creados para que las luces se apaguen en horarios concretos cuando hay suficiente luz natural (por ejemplo, de 9:00 a 15:00) y que solo se enciendan cuando se detecte a personas mediante el uso de sensores. Independientemente de la hora, cuando no haya personas en alguna de las estancias las luces no se encienden.
Son una inversión que permite mejorar la eficiencia energética y ahorrar entre un 10 y 15% en energía.
Como otros productos, las bombillas tienen un etiquetado, desde la A hasta la G, que marca la eficiencia energética. Escoge aquellas que mejor se adapten a las necesidades del edificio, pero siempre buscando la mayor eficiencia.
Otros aspectos importantes es el mantenimiento. Con el paso del tiempo las bombillas pierden efectividad, por lo que hay que limpiarlas y comprobar su eficiencia y consumo.
Eficiencia energética en electrodomésticos
El uso de los electrodomésticos marca el gasto energético en edificios residenciales, pero también profesionales. ¿Cómo escoger un electrodoméstico eficiente? Hay que fijarse en su etiquetado. Antes de ello es importante saber cuáles son los electrodomésticos que más gastan para tratar de buscar en mayor medida su eficiencia.
Se calcula que los frigoríficos consumen el 30% de la energía. Las lavadoras alrededor del 11% y los hornos un 8%.
Actualmente hay siete clases de eficiencia energética. Se clasifican de la A a la G. La A engloba todos los productos de menor consumo y mayor eficiencia energética, y la G aquellos de mayor consumo y menor eficiencia energética.
Consejos básicos para ahorrar energía en los edificios
En consecuencia, los aspectos a vigilar para mantener la eficiencia energética son:
- Mejorar el aislamiento del edificio.
- Hacer uso de energía renovable.
- Aprovechar la luz natural.
- Apostar por luces de bajo consumo.
- Mantener la temperatura confort.
- Uso de termostatos inteligentes.
- Comprar electrodomésticos eficientes.
El problema añadido que se plantea para los profesionales que gestionan edificios es cómo optimizar cuando no se tienen datos suficientes para hacer una valoración. Es decir, ¿cómo aportar soluciones de eficiencia cuando no sé dónde estoy siendo ineficiente?
Tener datos fiables y en tiempo real será la primera capa transversal a aplicar, si queremos realizar un seguimiento adecuado de todos aquellos factores descritos. Un sistema inteligente de gestión de edificios facilita la obtención de información sobre cómo están funcionando los sistemas HVAC, iluminación, fuentes de energía renovable en el edificio, sistemas de carga de vehículos eléctricos, etc. Con el valor de estos datos, podremos tomar decisiones acertadas que vayan encaminadas a mejorar la eficiencia energética, así como reducir el consumo y el gasto. Todo ello sin perder confort.
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