Implicaciones de la transición energética en la industria (II)

Segunda parte de la entrevista a Josu Ugarte, presidente de Schneider Electric Iberia

En este nuevo post de la serie #UrgenciaEnergética, reproducimos la segunda parte de la entrevista realizada por Meritxell Arús (MA), Directora de Marketing y Comunicación de Schneider Electric Iberia, a Josu Ugarte (JU), presidente de la compañía, después de su intervención en la Asamblea de las Empresas Alavesas

MA – Hemos analizado en la primera parte de la entrevista los orígenes de la transición energética y los conceptos que debemos tener en cuenta. Sin embargo, me imagino que las implicaciones de la transición energética pueden diferir en función de la industria. A grandes pinceladas, ¿cuáles serían las prioridades en función de la tipología de industria?

JU- Cojamos como punto de partida la clasificación por tipo de producción. Empecemos por las de proceso discreto, aquellas que básicamente se dedican al ensamblaje como los fabricantes de maquinaria, de bienes de equipo o los grandes OEMs de automoción. El coste de la energía sobre el total de sus ventas supone entre un 2 y un 4% y sus emisiones básicamente están en el alcance 3, en lo que llamamos el downstream (aguas abajo), es decir una vez su producto ha llegado ya a los clientes. Si cogemos, por ejemplo, un fabricante de coches necesitará hacer mucho más eficientes sus motores para que consuman menos, acelerar la movilidad eléctrica para que los coches una vez en la carretera emitan muy poco, etc.

Para la industria con procesos híbridos, que serían aquellas que combinan ensamblaje con procesos con algún tipo de tratamiento (químico, biológico…), como por ejemplo un fabricante de bebidas que produce la bebida y la envasa o cualquier actor del sector farmacéutico, el peso del coste de la energía respecto al total de sus ventas es ya mayor -entre un 8 y un 12%-. Aquí el impacto de reducir tus consumos energéticos empieza a ser ya muy importante para tu competitividad. Sus emisiones también se concentran en el alcance 3, pero en este caso son básicamente aguas arriba (upstream), en sus proveedores. Son empresas para las que la mejora del proceso de descarbonización pasa por exigir a sus proveedores reducir sus emisiones. Esto tiene otra lectura: si básicamente tus clientes son empresas del sector alimentación, farma, productos de consumo, vas a necesitar acelerar tus planes de sostenibilidad si quieres continuar trabajando con ellas en el futuro.

Por último, tenemos las industrias que trabajan en procesos continuos y que son energéticamente intensivas. Hablamos de empresas de Oil&Gas, de compañías eléctricas, de fabricantes de acero, papel, cemento… El porcentaje de coste de la energía sobre el total de ventas está ya por encima del 15%, pudiendo llegar por encima de 60% en aquellas industrias que necesitan más calor para su producción. La transición energética para ellas es una prioridad acuciante.  Si analizamos sus emisiones, diferenciaría entre las del Oil&Gas, en las que básicamente encontramos emisiones de alcance 3 y en el lado del downstream, por ejemplo, en las emisiones que se generan por el consumo de gasolina por parte de los vehículos.

“A mayor porcentaje de coste de la energía respecto al total de ventas, mayor es el impacto de la transición energética en una industria”

En cambio, compañías eléctricas o industrias como cementeras, acero, etc. concentran sus emisiones en el alcance 1, es decir son emisiones que directamente generan ellos en sus procesos productivos. Aquí la electrificación de procesos siempre cuando sea posible y la compra de energía de origen renovable son la llave para su descarbonización.

De forma muy sencilla, a mayor porcentaje de coste energía sobre total de ventas, mayor es la urgencia y el impacto de la transición energética y al revés, si tu coste de energía es bajo, tienes que priorizar tu transformación digital.

MA- Has mencionado que los CEO necesitan planificar su descarbonización. ¿Por dónde empiezan?

JU – El primer paso es saber cuál es tu punto de partida. ¿Cuánto emites? ¿Cuánto emiten tus competidores? El segundo paso es fijarte un objetivo y el tercero un marco temporal: ¿dónde me gustaría estar y en cuánto tiempo? Es necesario también planificar la inversión, ¿cuánto nos va a costar? Y, por último, ¿cómo lo vamos a hacer?, definir el plan de acción.

Son preguntas complejas. Son muy pocas las pequeñas y medianas empresas de España que conozcan hoy cuál es su huella de carbono. Es más, la mayoría desconocen incluso cuanta energía consumen por cada unidad que producen.

Para el plan de acción, nosotros lo organizamos entorno a cuatro grandes bloques: reducir tus consumos gestionando de forma más eficiente la energía y las operaciones, reemplazar las energías intensivas en carbono por energías renovables, compensar aquellas emisiones residuales que no se pueden eliminar a través de créditos y otros sistemas de compensación (por ejemplo, financiando proyectos de descarbonización), y por último implicar a toda tu cadena de suministro para acelerar la transición a una economía descarbonizada.

La reducción a través de eficiencia es lo que nos va a reportar unos resultados más rápidos y además sin necesidad de grandes inversiones. Pero a pesar de ser la vacuna más rápida para la descarbonización es todavía la gran olvidada.

Necesitamos digitalizar la energía e integrarla con la producción. Y no vamos a poder hacerlo sino tenemos dispositivos conectados y plataformas federadas.

MA- Si la eficiencia energética es la gran olvidada, ¿podríamos decir en contraposición que las renovables son las protagonistas?

JU – Sí, es una de las primeras iniciativas que acostumbra a ponerse en marcha, ya sea a través de compra de energías renovables con garantías de origen, contratos PPA…

Es un primer paso, pero nosotros abogamos por ir más allá, pasando como empresas de ser consumidores de energía a ser prosumidores, es decir, capaces de generar y consumir energía, e incorporando la tecnología que nos permita gestionar la demanda de energía de forma mucho más flexible. Soluciones como las microgrids, que integran la generación, con almacenamiento y softwares de gestión energética, ayudan a las empresas a acelerar su descarbonización, pero además pueden adaptar sus procesos productivos al coste de la energía y las hará muchísimo más resilientes y, por tanto, competitivos en esos momentos en los que no tengamos energía.

MA – Hablas de la necesidad de resiliencia para momentos en los que no tengamos energía. ¿Crees que realmente puede haber apagones? ¿No es algo que había quedado atrás?

Necesitamos incorporar muchísimas más renovables en nuestro mix. Pero las renovables son intermitentes y mucho más complejas de gestionar. Habrá momentos en los que tengamos energía y otros en los que no. La red necesita digitalizarse más rápido, todavía nos falta muchísimo almacenamiento y la flexibilidad de la demanda no se está llevando a cabo suficientemente rápido.

Este invierno ha sido relativamente suave y esto ha evitado episodios de cortes del suministro, pero es algo que a futuro veremos con mayor asiduidad. El camino hacia la descarbonización, puede ser también el camino hacia una mayor resiliencia energética de nuestras empresas.

MA – Y, ya para ir cerrando, comentabas durante la conferencia que la transición energética y la descarbonización van a ser ineludibles, que a todos nos va a tocar o nos van a obligar. Sin embargo, y corrígeme si me equivoco, no percibo ni en la administración ni en las empresas ese mismo sentido de urgencia. ¿Crees que estamos avanzando suficientemente rápido?

JU- Vamos lentos, muy lentos. Descarbonizarse no es algo automático. Necesitas conocer muy bien tus consumos, tus emisiones, tu cadena de valor y eso lleva tiempo, necesitas como CEO planificar tu descarbonización. No estamos ante un simple cambio de tecnología. En este momento además podríamos tener la financiación para acometerlo. Los fondos de la Unión Europea van precisamente dirigidos a acelerar sostenibilidad y la digitalización. Sin embargo, no están llegando a la pequeña y mediana empresa, con unos fondos bien dirigidos seríamos imparables.

“Que una empresa sea sostenible se ha convertido ya en uno de los tres factores que más pesan en sus decisiones”.

Y el impacto de no hacerlo es enorme. Más allá de la pérdida de competitividad y de la presión legislativa, que no va a dejar de aumentar con nuevas normativas y mayores ambiciones hay impactos no tan conocidos, pero super importantes. Por ejemplo, la atracción del talento. Que una empresa sea sostenible se ha convertido ya en uno de los tres factores que más pesan en sus decisiones. A nivel de marca, las conductas no sostenibles tienen un impacto cada vez mayor y limitan el acceso a clientes. No ser sostenible también tiene un impacto en la financiación, las empresas sin una hoja de ruta clara van a ver cómo cada vez se les restringe más el capital al que pueden acceder y además tendrá un mayor coste.

Pero la oportunidad, para aquellas empresas que lo hagan es igualmente enorme. Acabé la conferencia con una cita de Mario Alonso Puig, que quizás puede servir para dar también punto final a esta entrevista:

«Cuando sintamos miedo ante lo desconocido, el peligro o la simple incertidumbre, la primera de las estrategias que podríamos emplear sería la de no enfocarnos en lo que podemos perder, sino en lo que podemos ganar”.

Mario Alonso Puig

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