Cada vez es más habitual encontrar informes sobre derechos humanos en ámbitos de negocios. Cuestiones como el trabajo forzoso, salarios dignos o igualdad de género en las plantillas implican un peso mucho más emocional -y con riesgos de reputación- para las empresas y sus grupos de interés.
En otros países hemos visto cómo recientemente se han desarrollado nuevos requisitos normativos, como la Ley sobre Esclavitud Moderna en el Reino Unido o la Ley de Transparencia en Cadenas de Suministro del estado de California, que demuestran la tendencia creciente de un escrutinio corporativo más profundo. La obligación moral de actuar frente a los retos de nuestra sociedad y respetar tanto a la gente como al planeta, también está alimentando la demanda de una divulgación más honesta.
Al margen de estos ejemplos ilustrativos, ha surgido una nueva legislación que nos afecta directamente: la Directiva de la UE sobre informes no financieros (NFR), un claro ejemplo de cómo los estándares de la ética en los negocios son cada vez más altos. Esta Directiva, que entrará en vigor en enero de 2017, obligará a las grandes empresas a replantearse cómo informar acerca de cuestiones no financieras, tales como el respeto a los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y el soborno, el bienestar social y de sus empleados, la diversidad y el medio ambiente.
Según estas nuevas reglas, las empresas con 500 o más empleados que tengan su sede u operaciones significativas en la Unión Europea, estarán obligadas a generar informes no financieros en los que se detallen sus políticas relativas a las cuestiones antes mencionadas, junto con sus informes económicos tradicionales. Aquellas empresas que no incluyan esta información deberán explicar por qué.
La adaptación de la NFR es una tarea compleja, ya que esta Directiva no es preceptiva, con lo que los estados miembros de la UE pueden tomar diferentes enfoques cuando la incorporen a su propia legislación. Por su parte, las empresas deben decidir qué método desean utilizar para reportar esta información. Normalmente se encuentran tres marcos principales: el Global Reporting Initiative (GRI), el Pacto Mundial de las Naciones Unidas y el ISO 26000.
De todos ellos, el más común es el GRI, adoptado por el 82% de las 250 empresas más grandes del mundo para redactar sus memorias de sostenibilidad. Se espera que este número se duplique durante este año, alcanzando el total de 3.300 informes. El GRI es un conjunto de directrices adaptables, que se puede integrar con otros marcos, pero impone informes adicionales como evaluaciones de la cadena de valor, y se basa en las aportaciones de las múltiples partes interesadas.
En Schneider Electric llevamos años presentando nuestros informes éticos y de sostenibilidad a través del Barómetro Planet and Society, con el que nos marcamos nuestros propios objetivos, que van más allá de los estándares marcados por las diversas normativas. Además, estamos animando a nuestros propios proveedores para inscribirse al Pacto Mundial de la ONU, que también goza de gran prestigio, debido a su asociación con las Naciones Unidas. Sin embargo, por su baja tasa de participación entre las empresas líderes, es difícil tener una referencia en diferentes sectores.
La norma ISO 26000 puede ser un punto de partida útil para aquellos con menos experiencia en la NFR. No obstante, a pesar de que se da una buena rendición de cuentas, el informe se focaliza en las operaciones internas en lugar de externas, y carece de la opción de certificación.
Expertos en RSC estiman que en 2018 unas 6.000 organizaciones deberán presentar sus informes NRF, por lo que es aconsejable empezar a planear una estrategia al respecto lo antes posible.
Fuentes como el informe Getting Ready for Mandatory Non-Financial Reporting de Schneider Electric ofrecen orientación útil. Schneider también le puede ayudar con una serie de servicios a medida que pueden ayudar con la obligación de divulgar la información corporativa.
De una u otra forma, la Directiva NFR debe ser considerada como un instrumento que impulsa y añade valor a las empresas. Los inversores buscan cada vez más acceder a datos de divulgación no financiera, útiles para comparar las empresas. Por eso, cualquier informe NFR debe estar claramente relacionado con la estrategia de la compañía y demostrar su transparencia en cuestiones como el gobierno corporativo o los impactos de la cadena de suministro que, de otra forma, son menos visibles.
Además, este tipo de normativa resulta una ayuda para que cada empresa se anime a marcarse unos retos de cara a cumplir con los compromisos globales más amplios, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Por lo tanto, medir e informar sobre los resultados de informes no financieros, juntamente con los datos económicos, no sólo ayudará a las empresas a realizar un seguimiento más consistente de su rendimiento, sino que les dará mayor responsabilidad, y a la vez más prestigio y reputación, ya que gracias a su transparencia podrán dar a conocer las mejoras que aplican en muchos campos, que sin este tipo de informes no quedaban registradas o era difícil acceder a ellas.
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