Las cifras lo avalan: en los próximos años el número de dispositivos conectados crecerá a un ritmo desenfrenado. En consecuencia, y de manera inevitable, este tráfico en la nube afectará a los Data Centers, que deberán reformularse para procesar tal cantidad de datos.
Por un lado, será necesario que haya un mayor número de Edge Data Centers para transferir o procesar el contenido de manera local. Por el otro, la arquitectura de los centros de datos deberá ser mucho más compleja. Data Centers centralizados, Data Centers regionales y Edge Data Centers localizados serán cada vez más habituales. Estos últimos, de hecho, serán los más cercanos al lugar donde se generan los datos. Y es que necesitaremos mucha más capacidad en línea para respaldar estos procesos.
En este nuevo escenario, el IoT será nuestro gran aliado ya que nos permitirá optimizar la eficiencia de los centros de datos y mejorar su ecosistema. Lo hará a través de elementos como la instalación de centros de control de temperatura y humedad y consumo de energía en distintas partes de la infraestructura. Así como, aislando aquellos casos que no son tan eficientes como deberían ser.
Si una cosa está clara es que la red deberá evolucionar para hacer frente a estos grandes retos. Hoy en día no existe una conexión directa entre el centro de datos y el punto final y, en consecuencia, la velocidad de transmisión se reduce cada vez que los datos atraviesan un nodo o conmutador. En el futuro veremos cada vez más dispositivos que computen cerca del origen, del Edge.
Además, la gestión de las infraestructuras también desempeñará un papel clave en el futuro de los centros de datos. Soluciones como DCIM, el gran sistema de control para la eficiencia y la optimización de la disponibilidad de los Data Centers, serán fundamentales.
Pero, sin duda, en un futuro próximo la gran ventaja la proporcionará el data pool, que combina el conjunto de datos que genera nuestro Data Center con los datos de otros centros. Esto nos permite llevar a cabo un análisis predictivo mucho más preciso. Un ejemplo: si disponemos de un SAI que ha tenido un número determinado de descargas y que lleva cierto tiempo operando a una temperatura concreta, podremos predecir con precisión cuándo tendremos que cambiar la batería.
En definitiva, el magma de datos al que nos enfrentamos día a día nos está acercando cada vez más al Edge y la gestión de datos de forma cercana a la fuente de información se propone como la principal solución.
¿Y cuál será la clave del éxito en este proceso? Como en todo, el ser humano. Los responsables de los Data Centers deben valorar la información que les llega y decidir qué datos guardar, dónde guardarlos y cuál es la mejor forma de optimizar el coste al gestionar toda esa información.
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