Hace ya unos meses, comentábamos los numerosos beneficios que aporta el liderazgo inclusivo, tanto para las empresas como para los equipos. En este post, destacaba que el liderazgo inclusivo debía contar con el apoyo de los gestores de equipo para tener éxito de verdad. También que la inclusión se daba con equipos multidisciplinares, de edades y orígenes diferentes, formados por hombres y mujeres. Al fin y al cabo, equipos formados por personas con capacidades diferentes.
Hoy, quiero hablaros de un caso del que nos sentimos orgullosos y que hemos decidido compartir para que no pase más lo que le pasaba a Ana. Ana está acabando ingeniería informática, Ana tiene el pelo largo, Ana viene en tren a trabajar, Ana vive en el área metropolitana de Barcelona, Ana tiene un alto déficit de visión. Ana es todas estas cosas y muchas más, y es la suma de ellas lo que define a Ana. A principios de 2016, Ana se incorporó a un programa de mentoring que la trajo a nuestras oficinas pensando que “la oportunidad era un reto porque seguía teniendo miedo a cómo sería mi incorporación al mundo laboral dados mis problemas de visión. Pero, quién no lo intenta no lo consigue”. Y, con esa sensación de miedo teñido de optimismo, conoció al que sería su mentor durante todo el programa: Pedro Domínguez, director de IT de la zona Ibérica.
El programa en el que trabajaron Ana y Pedro no tiene como objetivo la realización de unas prácticas empresariales, sino la colaboración para que los estudiantes conozcan el mundo laboral desde la visión empresa, dejando atrás el mundo universitario. En esta etapa, Pedro se encargó de mostrarle cómo nos organizamos, cómo trabajamos y qué esperamos de nuestros equipos. Además, se encargó de presentarle retos que, aunque comunes en las empresas, no son habituales en la etapa universitaria. En palabras de Pedro: “El programa les sirve a ellos para que vean que su integración en el mercado solo tiene las limitaciones que ellos se autoimpongan. A nosotros, para conocer la brecha entre universidad y empresa y poder trabajar sobre ella para sumar talento”.
Durante la realización del programa, Ana aportó ganas y fuerzas renovadas, un alto interés y una vuelta al aprendizaje que obliga a la actualización. Pedro, le mostró las oportunidades que le presenta el mundo laboral si supera el miedo y se queda solo con el optimismo y la profesionalidad.
Y liderazgo inclusivo es esto. Es crecer y aprender desde ambas partes, es superar retos juntos gracias a las diferentes visiones, es un proceso enriquecedor para todos. No podemos decir que la discriminación positiva no sea necesaria en estos momentos, no podemos y no debemos. Y somos las grandes empresas las que tenemos la oportunidad de mostrar que las barreras autoimpuestas no nos llevan a nada, la inclusión no reduce rendimiento ni afecta a los resultados. La inclusión es la respuesta para el talento que busca dónde desarrollarse. Y en Schneider Electric hablamos de equipos formados por talento (sin color, sin edad, sin características físicas).
Por cierto, por si alguien se lo está preguntando, Ana acabó el programa de mentoring, pero sigue con nosotros.
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