Gestión activa energética: la última generación

En nuestro post anterior hablábamos de la importancia de que las empresas cuenten con una política energética adecuada, para tomar las mejores decisiones en materia que permitan ahorrar costes y maximizar la eficiencia energética. En este post, iremos un poco más allá, hasta llegar a la nueva generación en planificación energética: la Gestión Activa de la Energía.

Actualmente se habla mucho de tres megatendencias en el mundo de la energía, las que en Schneider Electric llamamos “las tendencias 3D”: la Descarbonización, la Digitalización y la Descentralización. Una serie de factores están permitiendo que las energías renovables tengan un mayor impacto en el escenario energético global, encaminándonos hacia la descarbonización. Lo que, a su vez, llevará a una mayor descentralización de la energía. Se calcula que la energía distribuida crecerá el doble en los próximos 8 años, quedando obsoleto el antiguo modelo unidireccional, y cambiando hacia una distribución multidirección y “smart”. Además, como sabemos, la proliferación de equipos conectados está llevando toda la sociedad y la economía a una Digitalización sin precedentes, con más de 50 mil millones de dispositivos conectados en 2050. Entre ellos, claro, los cuadros y contadores inteligentes, proporcionando millones y millones de terabytes de datos (o sea, de información).

 

Estas tres tendencias suponen un reto enorme para las empresas, pero también representan la posibilidad de un mayor control y de oportunidades de ahorro…  siempre y cuando la empresa aplique realmente una Gestión Activa de la Energía.

 

¿En qué consiste? Fundamentalmente, en la gestión conjunta de la demanda, la compra de energía, la sostenibilidad y la tecnología, conectándolas en tiempo real. Innovando a través de la monitorización, la automatización y el control en remoto, para reducir los costes y los riesgos. Encontrando el punto óptimo de funcionamiento para los 3 parámetros principales -uso de energía, compra de energía y sostenibilidad-, sabiendo que las decisiones tomadas en un ámbito afectan también a los otros, y por lo tanto aprendiendo a gestionarlos de forma holística.

 

Y es que la posibilidad de dispositivos y servicios conectados nos permiten aplicar medidas de Eficiencia Continua. Implementar y mantener certificaciones como la ISO 50001, identificar circuitos y procesos que no funcionan óptimamente o que desperdician energía, analizar la variabilidad del consumo para mejorar y negociar mejores precios de la energía… Estos son algunos de los servicios conectados que aportan más “inteligencia” a las decisiones, y que pueden derivar en una optimización de la tarifa y un ahorro importante del consumo y de los costes energéticos. Implementando estrategias de eficiencia continua, estudiadas e implementadas en todos los niveles, las empresas pueden llegar a ahorrar hasta un 30% de sus gastos en energía.

 

Para ello, eso sí, es importante contar con una visión global y en profundidad, en todos los niveles de gestión (tanto de acometida general como de instalaciones y operaciones), para poder captar cualquier oportunidad de ahorro. Y para poder tener esta visión global, es indispensable disponer de un programa energético, una planificación.

 

Un caso práctico: Ronald McDonald House es una ONG que apoya a familias con niños en tratamientos médicos, ofreciéndoles un hogar lejos de casa cuando deben desplazarse por sus tratamientos médicos. Esta ONG cuenta con más de 322 ubicaciones en 57 países. La implementación de una estrategia y programa de eficiencia energética, a través de un Plan de acción energético global, le ha permitido identificar el 20% de ahorro de sus costes, por un total de casi 200.000 euros.

 

Schneider Electric cuenta con un programa de gestión de la energía que, además de asesorar, ayuda a grandes empresas a “industrializarlo”, replicándolo de forma fácil y escalable en todas sus plantas o centros de trabajo. Podríamos identificarlo como un acelerador en el proceso de implantación de un Programa energético, que permite no sólo hacerle al cliente el proceso lo más simple posible, sino también que pueda obtener resultados lo antes posible. Una de las claves es identificar, validar e implementar las medidas de eficiencia energética de mayor impacto para cada cliente, decidiendo, validando y estandarizando procesos en la primera fase, y luego replicando las medidas escaladamente en cada ubicación, con una metodología que reduce tiempo, costes y recursos. Para poner un ejemplo: tras los primeros tres meses del proceso, ya empezarán a verse ahorros evidentes en la primera planta en las que se han implantado medidas. Posteriormente, se “industrializa” la implantación al resto de ubicaciones y toda la empresa a nivel global obtendrá resultados importantes en menos de un año desde el inicio del programa.

 

El mensaje general que se viene imponiendo en los últimos años es evidente; la gestión ambiental en la empresa es absolutamente necesaria, y la gestión de la energía es una de sus piezas claves, para el desarrollo estratégico de las empresas. Eso sí, en este tipo de procesos es de vital importancia la colaboración y el compromiso de todos los actores implicados, empezando por la Dirección, y escalándolo a todos los niveles de la organización. Las ventajas son claras, y no incluye sólo el ahorro de costes: la reducción de emisiones, el ahorro de tiempo, el cumplimiento de la normativa, una mayor transparencia y una mejor imagen, son factores que pueden representar una importante diferencia competitiva en un momento clave para la empresa.

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