Cuando la primera revolución industrial ocurrió, cerca del siglo XVIII, nadie imaginaba, frente a toda aquella evolución, cuál sería el impacto ambiental que las formas de fabricación primitiva, así como otros hábitos sociales, podrían causar al planeta. Pero, después de cambios notables en el clima, alteraciones en la fauna y flora y una profunda situación de desigualdad, en 2015, las Naciones Unidas definieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con 169 metas que van mucho más allá de las cuestiones de medio ambiente, para alcanzar hasta 2030.
Con eso, la idea es que todos: gobiernos, empresas y ciudadanos, tengan no solamente una conciencia ecológica e igualitaria, sino que también se comprometan a colaborar para un mundo mejor. Contribuir para la evolución de temas como erradicación de la pobreza y el hambre, igualdad de género, acceso a educación y salud de calidad, producción de energía limpia y accesible, además de otras metas, es imprescindible para el futuro del planeta. Pero, para que eso sea realidad, las inversiones del sector privado tienen una función fundamental, junto con los gobiernos de cada país.
Si una empresa tiene el poder de impactar positivamente en la sociedad, no puede ignorar esta oportunidad. Optar por el camino de los ODS permite la apertura de nuevos mercados, fortalecimiento de la relación con las partes interesadas (stakeholders), posibilidad de nuevas asociaciones, entre otros.
Pequeñas acciones como invertir en estudios profesionales, por ejemplo, permite retornos como la inserción de personas en el mercado de trabajo formal, aumenta el poder económico y transforma vidas positivamente. Además, según el reciente informe de la Comisión de Desarrollo Sostenible, hasta el año 2030 la previsión es que un modelo de trabajo ecológico genere cerca de 380 millones de empleos y una facturación por encima de 12 mil millones de dólares.
Hoy en día el costo de ser sostenible es muy inferior al de no serlo. Y para quién quiere empezar, basta mirar hacia la base de la pirámide y comenzar ahora mismo.
*Tania Cosentino es presidente de Schneider Electric para Sudamérica. La ejecutiva desarrolla una función importante en el campo de la sustentabilidad, especialmente en temas relacionados con la eficiencia energética, acceso a la energía, empoderamiento de las mujeres y diversidad. En el ámbito de la equidad de género, inspira y lidera activamente el Programa HeForShe en Schneider Electric Sudamérica, una iniciativa de la ONU Mujeres y Pacto Global de la ONU, además de actuar como miembro del Women Advisory Board de Schneider Electric. El Pacto Global reconoció Tania como Pionera en los Objetivos de Desarrollo Sustentable.
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