Frederic Abbal es el Vicepresidente Ejecutivo de la división de Energía de Schneider Electric. Se unió a la empresa por primera vez en 1991 y desde entonces ha desempañado exitosamente diferentes cargos directivos en Europa, África y el Medio Oriente.
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Los recientes huracanes han devastado Puerto Rico, partes de Texas, el Caribe y Florida, causando que millones de personas pierdan acceso a la red eléctrica. Estos desastres naturales inusualmente frecuentes nos recuerdan la fragilidad de la infraestructura energética, generalmente construida con tecnología y modelos de producción del siglo XX.
Para aquellos que no se ven afectados por estas calamidades, es casi imposible imaginar nuestras vidas sin electricidad. La energía eléctrica es parte de la infraestructura básica mundial y está en el centro del desarrollo económico y el bienestar social. Confiamos en la energía para satisfacer todo tipo de necesidades, desde los electrodomésticos, hasta el control de los semáforos y la protección de la seguridad nacional. Desafortunadamente, sin embargo, el suministro eléctrico no es del todo fiable y los apagones generalizados son cada vez más frecuentes y graves.
Una de las mayores amenazas en este sentido, especialmente en Norteamérica y Europa, es el envejecimiento de la infraestructura, que es especialmente débil en los Estados Unidos. A nivel mundial, la infraestructura existente no es adecuada para satisfacer la creciente demanda de energía (que se espera que aumente un 48% en los próximos 30 años), ni tampoco tiene la capacidad para integrar de forma efectiva los recursos de energía distribuida (DER), que van en aumento, como la energía solar y la eólica, en el mix energético.
Para que un sistema de gestión de la energía sea seguro y fiable, la red eléctrica debe ser resistente y adaptable, con una arquitectura flexible, para poder integrar fácilmente las nuevas tecnologías. Mejorar la infraestructura de las instalaciones eléctricas depende en gran medida de la tecnología, como la electrónica inteligente, las analíticas avanzadas y los dispositivos conectados, para gestionar mejor los activos y predecir y prevenir los fallos.
La modernización y digitalización de la red es una oportunidad de crecimiento para las compañías eléctricas porque dan repuesta a la creciente demanda de los clientes y aprovechan el suministro de DER. Permiten aumentar la fiabilidad, añadir sostenibilidad, mejorar la eficiencia, la seguridad, y el rendimiento.
Está claro que tanto las compañías eléctricas como los consumidores de energía desean reducir las interrupciones del servicio y evitar los cortes de energía, así como mejorar su sostenibilidad. Las microgrids son la respuesta. Pueden desempeñar un papel importante en la mejora de la resiliencia, la fiabilidad y la seguridad para proteger a las empresas y a los usuarios en general de cortes de energía, al proporcionar un backup de energía ininterrumpida. A menudo son una solución inteligente y económica para dar apoyo a la infraestructura, y a que pueden aprovechar los DER para proporcionar energía fiable y flexible sin necesidad de costosos reemplazos de equipos eléctricos.
Las microgrids también son una opción de energía versátil, porque pueden operar independientemente o en paralelo con una red. Y, aunque algunas instalaciones las usan principalmente para protegerse de los cortes de energía, las microgrids también pueden ser una forma de llevar la energía a ubicaciones remotas que de otro modo no podrían conectarse a la red eléctrica.
El gran número de apagones de la última década han dejado claro que las compañías eléctricas siguen realizando cambios para garantizar una energía segura y fiable en un entorno incierto. Incorporar microgrids e iniciar una transformación digital son pasos importantes para alcanzar estos objetivos.
Os invito a leer el white paper “Cómo pueden tener éxito las compañías de distribución eléctricas en la transformación digital” para más detalles sobre qué estrategias lideran con éxito el camino hacia la digitalización de la red.
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