No cabe ya duda de que es el momento de repensar cómo producimos, distribuimos y consumimos la energía. Es bien sabido que, debido a los objetivos de neutralidad climática, las Administraciones Públicas están apostando cada vez más por las energías renovables. El Gobierno español, por ejemplo, ha aprobado este año el Proyecto de Ley de Cambio Climático, que establece varios objetivos en cuanto a emisiones y energías renovable.
Antes de 2050, España deberá alcanzar la neutralidad climática y el sistema eléctrico deberá estar basado, exclusivamente, en fuentes de generación de origen renovable. Para ello, también ha aprobado recientemente la Estrategia de Almacenamiento Energético, una tecnología clave para garantizar la integración de las energías renovables en el sistema.
Por otro lado, nos encontramos con un sistema de redes eléctricas algo envejecido, lo que puede suponer un riesgo de fallos en el suministro eléctrico, especialmente ante eventos climáticos adversos y extremos. Recordemos, por ejemplo, la borrasca Filomena que el pasado mes de enero de 2021 dejó en jaque a muchas zonas de España. Esta situación supone un auténtico peligro para infraestructuras críticas como los hospitales, los centros de datos y las fábricas, para las que un corte eléctrico se traduce en grandes pérdidas económicas, además de poner en peligro a activos y personas.
Las microgrids son una respuesta práctica y probada para todos los retos antes expuestos, tanto por el impulso que supone para las energías renovables y el almacenamiento, como por garantizar un suministro continuo y fiable de la energía. ¿Por qué, entonces, no contamos con más microgrids? En parte es debido a dos falsos mitos, que queremos desmontar en este artículo.
Falso mito 1: las microgrids son demasiado caras
Cuando hablamos de microgrids o microrredes con gestores de instalaciones críticas, a menudo me preguntan si son asequibles. Durante años estuvieron fuera del alcance de muchos bolsillos, ya que, frecuentemente, se fabricaban a medida y recurriendo a múltiples proveedores, lo que encarecía su precio. A esto debían sumarse, además, los costes de generación solar y almacenamiento de baterías.
Recientemente todo esto ha cambiado. Por un lado, el coste de instalar energía solar ha caído un 70% en la última década y el del almacenamiento con baterías, un 76%. Además, los nuevos actores del mercado de las microgrids están ofreciendo soluciones integrales, lo que las hace más simples, fáciles y económicas de implementar.
Y con respecto a la financiación de las microgrids, ahora ya es posible construirlas gracias a los modelos Energy-as-a-Service (EaaS). Los proveedores de EaaS asumen la carga financiera, técnica, operativa y regulatoria, mientras que el cliente toma las decisiones.
Es una forma de introducir energías renovables, protegerse contra cortes de energía, optimizar el uso energético en base a las tarifas eléctricas y dejar la responsabilidad operativa a los expertos. El cliente paga por el servicio durante la vigencia del contrato, pero sin inversión inicial.
Falso mito 2: No queda claro si las Microgrids funcionan de verdad
Puesto que las microgrids son relativamente nuevas, algunos operadores de instalaciones críticas se muestran reacios a probarlas. Aunque su escepticismo es comprensible, no hacer nada y, por lo tanto, enfrentarse a los riesgos de inactividades cada vez más insostenible.
Las interrupciones pueden costar a las empresas cientos, si no miles, de euros al minuto Y puede tener impactos operativos de gran repercusión mediática en su actividad.
En Schneider Electric hemos instalado microgrids con éxito en todo tipo de instalaciones críticas. Quizás valga la pena hablar sobre un caso de estudio de un cliente para que todo parezca más real: el nuevo centro de distribución de Lidl Finlandia se beneficia de una solución integrada EcoStruxure™ Microgrid y EcoStruxure Building Operation, proporcionando una alta eficiencia energética y con energía 100% renovable.
Gracias a esto, este centro logístico cuenta con un impacto neto positivo y un ahorro energético de hasta un 70%. Estas instalaciones han marcado un nuevo estándar de eficiencia para otros centros de distribución de Lidl.
Otro buen ejemplo es el de la microgrid instalada en el “Institut des Métiers et des Techniques” (IMT) de Grenoble (Francia), que ha permitido reducir el consumo de energía y la huella del campus hasta en un 30%, optimizando el rendimiento energético de los edificios y proporcionando un 15% de energía renovable y automática a al menos el 30% de la producción local.
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