El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) marca la estrategia de España a nivel energético para los próximos años. También establece las políticas que impulsa nuestro país para luchar contra el cambio climático y el aumento de las temperaturas medias del planeta.
El objetivo para el año 2030, según este documento, es reducir el consumo de energía primaria hasta las 104.000 kilotoneladas equivalentes de petróleo (en 2017 se registró un consumo de 123.000 ktep). Para lograrlo se establece una reducción paulatina del uso de todas las energías a excepción de las renovables que, al contrario, se duplicarán desde 2017 hasta 2030.
Para lograr estos ambiciosos objetivos será fundamental consolidar una transición eléctrica en España. Un cambio que priorice el uso de fuentes renovable e inicie un fuerte proceso de descarbonización, tal y como señalan en el informe ‘Apuntes sobre la transición energética’, publicado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada).
Objetivos y proceso de transición en el sector eléctrico español
Según la planificación prevista en el PNIEC, recogida en el mencionado análisis de Fedea, el sector eléctrico en España dispondrá de 161.000 MW de potencia instalada para 2030. Una potencia que dependerá principalmente de instalaciones de energía eólica y solar fotovoltaica. Un nuevo modelo eléctrico con los siguientes objetivos:
- Priorizar el uso de sistemas de generación de energía eólica y solar.
- Limitación de las centrales térmicas de carbón.
- Aumentar el uso, en empresas y familias, de modelos de autoconsumo.
Con todo ello, y según el informe de la Agencia Internacional de la Energía, se pretende llegar a 2050 en neutralidad climática, con un sistema eléctrico que se base en un 97% en fuentes de energías renovables.
Limitación del uso del carbón
En lo que a limitación del carbón respecta, el informe de Fedea recoge un holgado cumplimiento de los objetivos marcados en el PNIEC.
En concreto, recuerda que la potencia instalada en el año 2015 era de 10.962 MW, mientras que en 2022 fue de 3.464 MW. Además, la generación de electricidad mediante el uso de carbón se ha reducido en los últimos tres años al 2,25% del total, una aportación significativamente pequeña.
Desarrollo de energías renovables
En 2022, España ha sido el país europeo con mayor potencia renovable añadida. En el caso de la energía solar fotovoltaica, España ha multiplicado casi por cinco su potencia instalada en siete años. Pasando de los 4.683 MW en 2015, a los 19.113 MW en 2022.
En lo que a energía eólica se refiere el aumento ha sido menos exponencial, dado que se partía de unas cifras ya elevadas. En cualquier caso, se cierra 2022 con una potencia instalada de 29.779 MW, lo que supone un crecimiento medio interanual en los últimos cuatro años de 1.500 MW.
Más acciones para lograr la transición
Aunque las cifras anteriores son positivas, serán necesarias más aportaciones para alcanzar los objetivos marcados. Especialmente si tenemos en cuenta que parte de la generación eléctrica de carbón se ha suplido con centrales de ciclo combinado de gas, que se ha incrementado un 80% en los últimos tres años, según recoge el informe de Fedea.
Dado que este proceso de transición debe darse en un escenario de crecimiento económico, seguirá siendo fundamental realizar un uso eficiente de la energía.
En consecuencia, el desarrollo tecnológico y las innovaciones no solo deben afianzarse en el ámbito de la generación y aprovechamiento de renovables.
También serán claves aquellos avances que logren formalizar un consumo más eficiente de energía, especialmente en los recursos que más gasto energético generan. Como, por ejemplo, los edificios. Infraestructuras que, según la Unión Europea, son los causantes del 40% del consumo total de energía dentro de la UE..
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