La circularidad del agua como factor de recuperación ecológica

Según las Naciones Unidas, el consumo mundial de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años, a un ritmo del 1% anual, debido al desarrollo económico, el crecimiento demográfico y las pautas de consumo. El cambio climático también afecta la oferta de agua, pero, irónicamente, la producción de agua contribuye de forma significativa a las emisiones de carbono.

No hace falta decir que el sector del agua y las aguas residuales desempeña un papel decisivo a la hora de hacer frente a la creciente demanda de agua y que es fundamental para conseguir el objetivo mundial de 2050 de producción net-zero. Es aquí donde los principios de la economía circular son vitales para lograr un suministro de agua sostenible.

El concepto de la economía circular consiste en cerrar los ciclos de la economía lineal para optimizar los recursos. La irrupción de las nuevas tecnologías del agua ha traído consigo una nueva era en la que el rendimiento de los servicios hídricos debe contemplarse desde la óptica de la sostenibilidad y la eficiencia. Estos objetivos pueden entenderse a través del paradigma de la circularidad, en el que Reducir, Reutilizar y Reciclar se convierten en pilares fundamentales de una producción sostenible y eficiente.   

Ajustar el grifo de la eficiencia energética

Cuando la energía se utiliza de forma ineficiente, se incrementan los costes financieros y medioambientales. Como se destaca en el informe del Banco Mundial de 2021 ‘Water in Circular Economy and Resilience’ (WICER), el papel del sector del agua en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero incluye, entre otras acciones clave, la necesidad de medidas de eficiencia energética y la autogeneración de energía renovable.

La energía suele ser el componente más caro de las operaciones de abastecimiento de agua y saneamiento, con un porcentaje que oscila entre el 33% y el 82% de los costes operativos no laborales. Sin embargo, también es uno de los gastos que pueden abordarse más fácilmente mediante medidas innovadoras de eficiencia, en particular introduciendo soluciones digitales que permitan optimizar, gestionar y conservar la energía. Como subraya DigitalEurope, «la digitalización sigue siendo la herramienta más importante para obtener beneficios medioambientales significativos mediante el aumento de la eficiencia.»

Las empresas de agua recurren cada vez más a la monitorización a distancia y al análisis de datos en tiempo real para optimizar la energía y reducir el consumo. Mediante análisis mejorados, potenciados por sensores IoT y la nube, las empresas de agua pueden recopilar y leer grandes cantidades de datos en tiempo real. Estos sistemas avanzados de análisis de datos y supervisión de la energía pueden suponer un ahorro energético de hasta el 8 %.

Esto no sólo favorece la medición global del consumo, sino que ayuda a prever su uso. Estos datos también pueden alimentar los sistemas de gestión de fugas para detectar fallos y mitigar las pérdidas de forma proactiva, gestionando la inspección y la reparación.

El informe WICER afirma que la digitalización es la base de la eficiencia y la sostenibilidad en el sector del agua: «Las soluciones digitales ofrecen nuevas formas de optimizar, gestionar y conservar el agua. Las soluciones digitales también ayudan a ampliar y mejorar la calidad de los recursos hídricos, prolongar los ciclos de vida de las infraestructuras, optimizar las operaciones y el mantenimiento, aumentar la eficiencia energética, reducir las pérdidas de agua y anticiparse a un entorno cambiante o a una posible crisis.»

Es imprescindible reducir el consumo de energía en todo el ciclo del agua. Tanto si se abordan los sistemas de bombeo ineficientes como si se garantiza el mantenimiento preventivo, todas las medidas de eficiencia requieren datos que aporten información que impulse la acción. Sin una visión completa de las deficiencias actuales, es imposible introducir cambios significativos. Por tanto, la eficiencia y, a su vez, la sostenibilidad dependen ahora de los datos suministrados a través de las tecnologías digitales. Pero la cosa no acaba ahí.

Una fuente abundante de energía renovable

Lograr un futuro verde para el agua a través de la circularidad va más allá del aumento de la eficiencia energética. Circularidad significa maximizar las oportunidades para que la industria se convierta en un factor que contribuya a la energía renovable, alimentándose a sí misma a través de fuentes de energía alternativas generadas dentro del ciclo hidrológico.

Las empresas de suministro de agua y de saneamiento exploran cada vez más vías para convertirse en productoras de energía. Con la planificación y las inversiones adecuadas, estas empresas pueden alcanzar la neutralidad energética o incluso generar un excedente de energía para vender a la red. Pueden ser microgrids en plantas desalinizadoras o de tratamiento de agua, plantas de tratamiento de aguas residuales que utilicen biogás, energía térmica mediante bombas de calor o microturbinas instaladas en el sistema de agua para captar energía cinética.

Este planteamiento tiene muchas ventajas, como la reducción de emisiones y la mejora de la estabilidad. Al producir su propia energía, las compañías de suministro de agua pueden depender menos de la red y ser más resilientes ante apagones. Junto con la implantación de herramientas digitales, la energía renovable autogenerada crea un ciclo beneficioso de eficiencia y sostenibilidad.

Extendiendo los beneficios más allá

La circularidad también consiste en buscar formas de aprovechar los residuos creados en el proceso industrial para que se conviertan en un activo y no en un pasivo perjudicial. En todo el planeta, la mayor parte de los lodos de la depuración se vierten en masas de agua, alcantarillas o vertederos, lo que puede dañar los ecosistemas.

No obstante, adoptar una estrategia de «residuo cero» significa que los materiales que, de otro modo acabarían en el vertedero, pueden recuperarse del tratamiento de lodos y utilizarse en otras industrias, como la construcción o la agricultura. Por ejemplo, la sal puede extraerse de la salmuera de las plantas desalinizadoras y utilizarse en otras industrias, como la textil. 

Este enfoque no está libre de desafíos, pero es vital para garantizar que se logre una verdadera eficiencia y sostenibilidad a través del ciclo del agua. Reducir el uso de la energía es imperativo, pero si se ignoran otras oportunidades de participar en la circularidad, se corre el riesgo de dar con una mano y tomar con otra. 

Un círculo perfecto 

La verdadera circularidad en el sector del agua es una tarea compleja que no solo aporta beneficios medioambientales, sino también sociales y económicos. Se trata de un nuevo enfoque que reúne multitud de oportunidades para trabajar de forma más eficiente, sostenible y en colaboración con otras industrias que también buscan un cambio ambicioso. 

Si hay un sector que debería liderar la economía circular, ese es el del agua. Al fin y al cabo, el agua sustenta todos y cada uno de los aspectos de nuestro mundo, y es un recurso circular pero finito que requiere medidas inmediatas e innovadoras para su protección y conservación. Adoptar una economía circular para el agua significa que no solo podemos aprovechar todo su valor, sino crear más riqueza para las industrias, las comunidades y el medio ambiente en su conjunto. 

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