Este artículo fue publicado originalmente en el blog global de Schneider Electric por Gwenaelle Avice-Huet
Estamos en la primavera de 1996: el mundo está entusiasmado con la llegada de la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, los petos y monos de trabajo son el último grito en moda y las Spice Girls están a punto de convertirse en un fenómeno de masas. También acaba de llegar a los cines la película «Twister», que describe los estragos del cambio climático y está protagonizada por Helen Hunt y Bill Paxton, estrellas contemporáneas, en el papel de cazadores de tormentas que siguen la pista de un tornado cataclísmico.
Convertir una catástrofe climática en un villano se adelantó sin duda a su tiempo, al igual que los efectos especiales, que arrancaban árboles del suelo y hacían volar casas (y vacas). Y, a pesar de las inexactitudes y los clichés de las películas de catástrofes, la premisa ecológica de Twister sigue resonando hoy en día, hasta el punto de que la secuela, «Twisters», ha llegado a la gran pantalla este verano. Se trata de uno de los intervalos más largos entre una película original y su segunda versión en la historia de Hollywood.
Como no podía ser de otra manera, la trama de la segunda entrega se centra también en el cambio climático. Como explicó el guionista Mark Smith: «Debido al cambio climático, lo que antes era un callejón de tornados que atravesaba un determinado tramo ahora se extiende mucho más al este, se desplaza a través, las fechadas son más amplias, el número es mayor, y las tormentas en sí son más violentas. Así que utilizamos elementos de este fenómeno para arrojar luz sobre las causas y los efectos del cambio climático».
La película tiene todos los ingredientes para ser una superproducción veraniega, con efectos especiales asombrosos y un ritmo trepidante. Pero estas emociones envuelven un importante mensaje sobre el cambio climático y cómo puede devastar nuestro mundo. Se trata de un mensaje profundo para cualquiera que se preocupe por la sostenibilidad y el net zero.
No faltan noticias de actualidad sobre el empeoramiento de la crisis climática, pero las estadísticas y los hechos tienen sus límites. Películas como ésta, que crean una experiencia inmersiva e intensa, relatan las consecuencias de la inacción climática al público general. Tal y como dice la regla de oro de la escritura: mostrar, no contar.
Espero que esta tendencia continúe. Desde «El día después de mañana» hasta «El final del que partimos», y es que cada vez vemos más relatos sobre el clima que salen de las publicaciones académicas y llegan a los guiones de Hollywood.
Conectar la gran pantalla con la realidad
Aunque al público le encanta la narración dramática sobre salvar el planeta, el concepto de sostenibilidad va mucho más allá de la mera supervivencia. Su objetivo es crear un mundo mejor, más sano y equitativo para todos.
En las películas de catástrofes, la solución suele ser una nueva ciencia no probada. Pensemos en Virgil, que perforó hasta el centro de la Tierra en la película «El núcleo», o en Ícaro II, encargado de volver a encender el sol en «Sunshine». Pero en la vida real, las tecnologías necesarias para evitar el desastre climático ya están aquí, probadas, escalables y evolucionando rápidamente.
Para avanzar hacia un futuro más sostenible, las empresas deben aplicarlas ahora, a gran escala y al unísono. La electrificación, por ejemplo, tiene el potencial de transformar el sector industrial, con la transición a vehículos eléctricos, bombas de calor y procesos industriales electrificados. Todas ellas son etapas importantes en el camino hacia el net zero.
Las empresas también deberían integrar los principios de sostenibilidad en sus estrategias de crecimiento. No se trata sólo de evitar pérdidas financieras, sino de impulsar el crecimiento y la rentabilidad, al mismo tiempo que se impulsa la innovación y se prepara a las empresas para el futuro. Así lo destaca un completo estudio de McKinsey.
Al integrar más energías renovables y digitalización, se abre un camino claro hacia la descarbonización. La sinergia de la electrificación y la digitalización podría reducir las emisiones hasta un 70%. Eso contribuirá en gran medida a que los megadesastres se queden solo en la gran pantalla.
La política frente al cambio climático
El impacto efectivo necesita un esfuerzo político unificado en todo el mundo. Hay una escena clásica de Hollywood en la que, ante una amenaza global, los países dejan de lado sus diferencias y cooperan por la supervivencia de la Tierra. Eso tiene que ocurrir ahora. Por suerte, este año se presenta como una oportunidad decisiva para el cambio, con la celebración de elecciones en Estados Unidos y en la UE, que suman casi la mitad de la población mundial y cuyos resultados marcarán la trayectoria de los próximos años.
Las encuestas realizadas en la UE revelan un amplio apoyo público a la acción por el clima, y la sostenibilidad encabeza la lista de preocupaciones de los votantes. Si Hollywood sigue concienciando sobre estos temas y la política amplifica la voz de la gente, quizá podamos ver un repunte de las iniciativas climáticas.
Una crisis que no pasará
Europa tiene la oportunidad de abordar su crisis energética de forma decisiva y colectiva, allanando el camino hacia una energía neta cero. No se trata de un reto para un futuro lejano; requiere una atención urgente. A diferencia de los 28 años que tuvimos que esperar para ver la secuela de «Twister», la acción contra la crisis climática no puede retrasarse.
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