Este artículo fue publicado originalmente en el blog global de Schneider Electric por Gwenaelle Avice-Huet
Lograr la neutralidad climática es una tarea ingente para cualquiera, y más aún para un continente entero. Pero eso es exactamente lo que la UE está haciendo. En los últimos años, la Comisión Europea ha impulsado una ambiciosa política de descarbonización, esforzándose por crear una Europa más resiliente y convertirse en el primer continente neutral en carbono del mundo.
Este objetivo llega en un momento de crisis superpuestas. La pandemia puso a prueba la integridad de la UE, mientras que la invasión de Ucrania trajo la guerra a sus fronteras y debilitó la seguridad energética. La economía también se ha resentido. En los últimos cinco años, el crecimiento de la Unión Europea (UE) ha sido de media un 1% inferior al de EE.UU. y, según las previsiones, continuará estando alrededor de un 0.8% por debajo a largo plazo. Una de las razones es la subida de los precios de la energía en toda la zona. El precio del gas natural en la UE sigue siendo tres veces superior al de 2019, y unas cinco veces el de EE.UU.
Para alcanzar su objetivo, la UE debe primero resolver problemas relacionados con la energía: seguridad, competitividad industrial y descarbonización. Estos problemas tienen un denominador común: la dependencia por parte de la UE de los combustibles fósiles importados.
Esta dependencia no sólo perjudica el medio ambiente, sino que también tiene un alto precio económico y de oportunidades. Cuando la factura de importación de energía de la UE se disparó, se dedicaron más de 800 billones de euros a comprar combustibles fósiles a precios inflacionados. A modo de comparación, esa cifra casi triplica el gasto en defensa de la UE en 2023. Este dinero podría haberse invertido en la transición energética.
Europa Resiliente: Una economía moderna basada en tecnologías actuales
El lado de la demanda de la ecuación —cómo se consume la energía por parte de los usuarios finales— es una gran palanca para la descarbonización, y merece mucha más atención. En este sentido, debemos fomentar la rápida adopción tanto de la electrificación como de la digitalización. Al combinar estas tecnologías, las industrias pueden optimizar la forma en que utilizan la energía, acelerando así la transición de los combustibles fósiles hacia recursos energéticos sostenibles, asequibles y seguros.
Con el « Green Deal », la UE desarrolló el marco adecuado para afrontar sus retos energéticos. Sin embargo, queda mucho por hacer. Por ejemplo, casi el 75% del parque inmobiliario europeo no es eficiente desde el punto de vista energético, y solo un 1% se renueva cada año.
Las instituciones renovadas de la UE deben centrarse más en la gestión de la demanda del sector energético, garantizando al mismo tiempo que la transformación «verde» de la sociedad no impida la competitividad. A estas instituciones, se les propone tres prioridades para lograr una Europa más resiliente:
1. Acelerar la transición energética
Esta es la clave para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y fomentar el uso de fuentes de energía asequibles y de bajo carbono. El Green Deal es un buen comienzo, pero necesitamos más acciones para liberar el potencial de la electrificación en el lado de la demanda. En todos los sectores, las investigaciones sugieren que la proporción de electricidad en el mix energético de la UE podría duplicarse para alcanzar el 50%, utilizando tecnologías que ya están disponibles a gran escala. Primero, debemos empezar por los edificios, la industria y las redes de distribución.
2. Priorizar la transformación digital
La digitalización de la economía mundial está en marcha, pero la UE aún se queda atrás con respecto a las dos potencias mundiales actuales: Estados Unidos y China. La digitalización puede ayudar a desarrollar nuevas actividades económicas, al tiempo que da impulso a la descarbonización del sistema energético de la UE.
En particular, la digitalización abre paso a formas avanzadas de eficiencia energética y apoya directamente el crecimiento de la circularidad a gran escala. Por eso, una transformación digital —que combine sostenibilidad y digitalización— debe convertirse en una política central de la UE, especialmente en los sectores de la industria y la infraestructura.
3. Simplificar el marco de la política de sostenibilidad
El compromiso de Europa con los criterios ESG está impulsando la innovación y la transición energética, con el objetivo de convertir al continente en un centro de tecnologías sostenibles. Los últimos ciclos políticos han traído una importante legislación para preparar el camino hacia los objetivos climáticos de 2050, incluyendo el paquete de Finanzas Sostenibles, que considera impactos sociales y ambientales más amplios. De cara al futuro, es crucial perfeccionar el marco regulatorio para fortalecer el liderazgo de Europa en políticas de sostenibilidad, impulsando una transformación real más allá de la mera presentación de informes.
Soy optimista respecto al futuro. La UE cuenta con destacados líderes industriales, sólidas capacidades locales de I+D y fabricación y abundantes talentos procedentes de las mejores universidades. Con la estrategia adecuada, la UE tiene potencial para superar sus retos energéticos.
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