El IoT exige cambios en la protección de energía

En la actualidad el Internet of Things (IoT) se encuentra a nuestro alrededor, recopilando constantemente todo tipo de datos y enviándolos a diversos recursos informáticos que nos ayudan, entre otras cosas, a mejorar nuestros negocios o a mantener nuestras calles más seguras.

La tecnología IoT mejora de manera imparable y funciona realmente bien la mayor parte del tiempo, excepto cuando falla. ¿Y qué es lo que provoca que deje de funcionar? Pues un corte de energía en algún punto de la cadena de IoT, por ejemplo. Esta cadena puede ser bastante larga con muchos puntos de fallo que pueden provocar pérdidas del servicio, lo que significa que las organizaciones que dependen de la tecnología IoT para cualquier aplicación importante necesitan evaluar su estrategia de protección para garantizar que los datos más importantes no se pierdan en caso de incidencia.

Machine to Machine (M2M): Mundo de servicios conectados con IoT, por Beecham Research

Tal y como ilustra la siguiente imagen, la tecnología IoT puede aplicarse a todo tipo de industrias e implica la instrumentación de una serie de dispositivos finales.

Para hacernos una idea de lo que estamos hablando, podemos fijarnos, por ejemplo, en el sector de la salud y de las ciencias de la vida. En este entorno, el IoT incluye varios tipos de entornos, desde clínicas y consultorios médicos hasta laboratorios y hospitales, en los que encontramos muchos dispositivos finales: equipo quirúrgico, bombas, monitores, máquinas de diagnóstico por imágenes, etc. En una industria tan crítica como la médica es probable que exista algún tipo de energía de respaldo para algunos de estos elementos. La mayoría de hospitales, por ejemplo, tienen generadores in situ que entran en funcionamiento cuando falla el suministro eléctrico. Sin embargo, no debemos ignorar lo que ocurre entre el momento en que la energía se apaga y se enciende el generador. Y es que, si bien es cierto que se trata solo de apenas unos segundos, puede dar lugar a una pérdida de datos que puede resultar costosa y que, en el peor de los casos, puede poner vidas en riesgo.

También es importante tener en cuenta las redes que permiten recopilar estos datos. Si no hay apoyo para los routers y switches que hacen posible la comunicación, en un corte de energía no hay forma de enviar los datos, lo que, de nuevo, puede provocar importantes pérdidas de información.La solución a este problema no pasa por instalar un SAI al lado de cada equipo médico, sino por estudiar los dispositivos que justifican su securización eléctrica porque la pérdida de los datos que generan pudiera comprometer a la organización.

En estos casos, es necesario estudiar cómo dar un apoyo a estos dispositivos. Esto puede significar reconsiderar nuestra estrategia de alimentación de emergencia y agrupar algunos elementos para que compartan el mismo SAI. También puede significar examinar los últimos modelos de SAI para ver qué pueden ofrecernos. Por ejemplo, los SAIs gestionados (como la línea Smart-UPS de Schneider Electric) nos avisan cuando hay un problema y nos permiten configurar exactamente qué tomas de corriente deben encenderse en cada momento. Incluso podríamos apagar de forma remota la alimentación de determinadas tomas en el caso de que queramos conservar la alimentación del SAI para los dispositivos más importantes o reiniciar un servidor. Además, cabe destacar que asegurarnos de que determinados elementos IoT permanecen activos y en funcionamiento no gasta demasiada energía, por lo que no es un problema inasumible, aunque sí que hay que prestarle una cierta atención.

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