Encontrarme a mí mismo fue un camino complejo. Sin embargo, sentirme orgulloso de la persona que soy, fue aún más complicado. Crecer en una ciudad pequeña y muy conservadora puede ser confuso para un niño que pertenece a la comunidad. Tienes que buscar tu lugar y tu propia identidad. Para mí, el reto fue abrazar mis inseguridades, y redefinir mi propia masculinidad y su significado.
Mi nombre es Alfonso González, muchos me dicen Poncho. Yo soy orgullosamente tamaulipeco y papá perruno.
Para mí, junio es uno de los meses más importantes en el año, porque es mi recordatorio de tomar la vergüenza que en algún momento sentí y reemplazarla por mucho orgullo a mí mismo.
Pero es aún más relevante recordarme que no estoy atravesando esto solo, sino que tengo una comunidad que me respalda.
Cuando yo comencé mi carrera profesional, me invadía mucho miedo ser quien soy. Temía que mi orientación sexual fuera a ser una limitante en mi carrera e incluso en mi integridad física.
Por ende, mi mente se tenía que dividir en dos partes durante mi jornada laboral. Una se enfocaba en sacar pendientes, en analizar y en aprender.
La otra se concentraba en modular mi tono de voz, limitar mis movimientos corporales –como no estar haciendo muchos ademanes con mi mano– cuidar mis comentarios, mostrarme de acuerdo con cualquier tema que pudiera identificarme como un hombre heterosexual.
Esto era volver a entrar a un closet y era exhausto tanto emocional como mentalmente.
Una compañía orgullosa de sus colegas
Afortunadamente, hubo un momento donde encontré un espacio seguro dentro de un corporativo, y era debido a un grupo de inclusión en favor de la comunidad LGBT+.
Este grupo de colegas fue el que me hizo sentir que estaba en un entorno donde yo no tenía que preocuparme por cosas que no fueran directamente relacionadas a mi desempeño en el trabajo.
Ese fue uno de los momentos cuando entendí la carga extra que tenía sobre mis hombros, así como fue el instante en que comprendí una pequeña fracción de la dificultad que mi comunidad vive a diario en otros espacios donde no son tan conscientes de los derechos humanos de todas, todos y todes.
Ahí comprendí que, a pesar de ser parte de una minoría, yo estaba teniendo un privilegio.
Dicho corporativo es Schneider Electric, donde aparte del grupo de inclusión (que internamente conocemos como ERN) su cultura entre colegas y la gran colaboración que he logrado durante mi tiempo aquí, fueron lo que me ha permitido desarrollarme como nunca lo había hecho y sentirme en un nivel de confianza como nunca lo había sentido.
Por medio de este testimonio que les comparto de mi vida, hago un llamado a las organizaciones para reconocer, abrazar y cuidar todas las diversidades.
Asimismo, extiendo la importancia de no dejar impune cualquier acto de odio contra esta o cualquier otra comunidad cuyos derechos no se respeten y que están siendo violentados todos los días en nuestras sociedades.
Estoy orgulloso de pertenecer a una empresa que actúa conforme a lo que predica, y que, aunque aún nos falta un camino por recorrer, no tengo duda que vamos bien encaminados.
Te invito a explorar más de la cultura laboral en Schneider Electric, y descubrir las oportunidades para construir tu carrera en una organización donde se celebra el talento de todas las personas.
¡Feliz mes del orgullo a todxs!
Poncho.
Conversación
Jaime De Pablos Morales
4 meses ago
Sobrino es digno reconocer a una persona íntegra con un profundo conocimiento de los conceptos que llevas muy arraigados . Mi reconocimiento y admiración
Muchas felicidades sobrino
Sheila Martínez
4 meses ago
Súper orgullosa de ti mi Poncho, te adoro!
Patricio Segovia
4 meses ago
Eres una persona que inspira con el ejemplo. ¡Gracias por compartir Poncho!