En los últimos meses hemos visto como negocios e industrias se veían obligados a adaptarse para sobrevivir al impacto del COVID-19. A desplegar rápidamente nuevas tecnologías y modos de trabajar para superar las limitaciones provocadas por el distanciamiento social, imprescindible para combatir la pandemia. No hemos tenido más remedio que empezar a trabajar desde casa y mantenernos conectados a través de tecnologías como la vídeo conferencia. Asimismo, la industria que ha seguido operando ha tenido que adoptar de forma urgente la operación remota, la aceleración de la automatización y la transformación digital de sus procesos en lo que puede que sea el mayor cambio tecnológico surgido de la pandemia.
Durante casi una década, aquellos que nos hemos dedicado a fomentar la introducción de soluciones de transformación digital en la industria, a menudo, no hemos percibido la suficiente urgencia por parte de las empresas industriales. Hoy, muchas de las puertas que hasta ahora habían permanecido cerradas, se han abierto. De forma virtual, claro.
Ya no hay vuelta atrás
Visto lo visto, lo que deberíamos preguntarnos es: una vez pasada la crisis, ¿las empresas volverán a sus viejas costumbres o el haber experimentado los beneficios de contar con estos nuevos sistemas les dará la confianza necesaria para seguir avanzando?
Tras este cambio se encuentra, sin duda, la necesidad urgente de contar con capacidades de mantenimiento y monitorización remotos, que ha hecho que, en muchos casos, se hayan implementado soluciones que unos meses antes no se consideraban prioritarias. Esto ha hecho que las empresas hayan experimentado nuevas formas de acceder a los datos y de empoderar a sus trabajadores y que se hayan abierto grandes oportunidades para desbloquear más información, conocimientos y eficiencias gracias a tener los datos disponibles en el cloud, a aprender a analizarlos mejor, a obtener ventajas competitivas en mantenimiento gracias a la inteligencia artificial o a ser mucho más ágiles en las operaciones gracias a la realidad aumentada.
La curva “S” de la digitalización
Si, en un primer momento, fue la industria la que abrazó la tecnología antes que los consumidores, en los últimos tiempos, esta tendencia se ha invertido. Han sido estos los que han ido adoptando las nuevas tecnologías y cosechando sus beneficios, mientras que la industria seguía con miedo al cambio y tendiendo a trabajar más en lugar de trabajar de forma más inteligente.
Si observamos la curva “S” de la digitalización – que representa la adopción de la transformación digital – vemos como el sector de las TIC y las finanzas se encuentran en la parte superior, liderando el cambio. A estos le siguen las telecomunicaciones y el retail, pero la industria se queda en parte inferior y el resto de los sectores ni aparecen.
El Coronavirus es un catalizador forzado para que las empresas industriales que habían quedado más retrasadas se pongan al día, y en este sentido, aquellos que fueron los primeros en adoptar la conectividad digital están recogiendo sus frutos, mientras que el resto corre el riesgo de quedarse rezagado.
Monitorización y operación remota
La necesidad de minimizar el número de personas que trabaja en un área concreta de una planta ha abierto una vía rápida para la automatización y muchas empresas ya están desplegando herramientas que facilitan la monitorización y operación remotas. Soluciones que ya estaban disponibles y daban beneficios, pero que todavía no se estaban implementando.
Dichas soluciones evitan la necesidad de realizar verificaciones manuales de forma regular. En lugar de eso, recibes los datos en tu casa y la verificación física solo es necesaria cuando debe realizarse alguna acción. Sí, puede que las fábricas tengan que instalar algunos nuevos sensores, pero, en muchos casos, los datos ya estaban ahí, simplemente no estaban siendo analizados ni utilizados. Las cadenas de suministro digitalizadas, por otra parte, también están mostrando una mayor resistencia ante el COVID-19.
La mayoría de las grandes compañías con múltiples implantaciones industriales ya están trabajando con centros de operación remota. Así, en lugar de tener a veinte personas monitorizando veinte plantas, pueden tener a tres personas monitorizando de forma remota siete plantas cada una, con la posibilidad añadida de hacer comparativas en tiempo real entre instalaciones y procesos industriales y observando solo lo que realmente importa, ya que el sistema señala cuáles son las acciones requeridas. También hemos visto como se incrementaba radicalmente el reciclaje del equipo humano de planta, lo que ha ampliado la capacidad de introducir estos nuevos sistemas.
Los resultados han sido clave
En Schneider Electric, hace tres años, iniciamos el programa global Smart Supply Chain para la integración de nuevas tecnologías digitales en nuestras propias fábricas. Una de las primeras fue la de Le Vaudreuil, designada por el Foro Económico Mundial, uno de los “faros” que guían la industria hacia un futuro más brillante. Situada en Francia y con unas instalaciones de 50 años, en unas pocas semanas conseguimos resultados increíbles. Mejoró la efectividad general del equipo en un 10% y se redujo el consumo de energía en un 15% y el tiempo necesario para diagnosticar y reparar en casi un 20%. Y todo ello gracias a la utilización de analíticas para empoderar a los trabajadores, localizar ineficiencias e identificar prácticas que incrementaran la producción.
No olvidemos la ciberseguridad
Es obvio que todavía existen razones para ser cautos, la principal es la ciberseguridad. Implementar nuevas conexiones implica generar nuevos vectores de amenazas, por eso, cualquier sistema debe contemplar este aspecto desde su misma concepción. Las personas siguen siendo la mayor amenaza de seguridad en este ciber mundo.
En este sentido, formar a los empleados, concienciándoles acerca de la ciberseguridad, es imprescindible. Igual que lo es desarrollar un enfoque propio de ciberseguridad corporativa que incluya tanto la tecnología operativa como la IT. Si la privacidad es la principal preocupación IT, la fiabilidad lo es para los procesos industriales, por eso debemos tomar un enfoque ciber-resiliente. Esto implica ir más allá de, simplemente, intentar prevenir las ciberamenzas, debemos planificar nuestra respuesta a los ataques para minimizar el impacto en el negocio.
A la hora de adoptar la transformación digital, no hay duda de que los beneficios pesan más que los riesgos. Esperamos que las organizaciones sepan ver lo que nos ha sucedido – la adopción forzada y precipitada de una nueva forma de trabajar en remoto – como lo que es, una oportunidad. Como el principio de una marea de transformaciones que impulse el sector industrial hacia una nueva era.
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