Azúcar 4.0: automatización de la industria azucarera en México

¿Alguna vez te has preguntando qué tan presente está el azúcar en tu vida?

El mercado del azúcar impacta desde el endulzante que le pones a tu café en las mañanas, hasta los fertilizantes que crecen las verduras que compramos, o bien el antojo que tenemos a la mitad de la noche.

La industria azucarera es una de las más grandes y antiguas del mundo y no está exenta de los desafíos de la actualidad; la escasez de agua, poca disponibilidad de recursos, la necesidad de adaptarse a un mundo cada vez más tecnológico e interconectado, regulaciones incrementalmente estrictas, entre muchos otros.

En este artículo exploraremos la historia y evolución de este segmento, revisaremos el panorama actual de la industria en México y entenderemos de manera general el proceso de producción, descubriendo de qué manera nuestras soluciones en todas las capas del EcoStruxure son aplicables. 

Un poco de historia …

Los primeros registros históricos del uso del azúcar se remontan a los años 510 a.C. en la Polinesia, pero el proceso de refinación se adjudica décadas después a los árabes, quienes la descubren tras invadir las regiones del Tigris y Éufrates.

La expansión de su consumo a Europa Occidental se dio como consecuencia de las Cruzadas y cientos de años más tarde llegó al continente americano en manos de los españoles. El clima de la región caribeña probó ser ideal para su cultivo y en la zona floreció una industria que se convirtió en una fuerza económica y demográfica sin precedentes.

Por años el control de la producción del endulzante estuvo en manos del Imperio Británico; hecho que ayuda a explicar su característica afición por el té, pues el consumo masivo de té y azúcar fue fundamental para propiciar su comercialización y garantizar riqueza para la Corona, forjando tradiciones gastronómicas que trascienden hasta hoy.

Los efectos de la Revolución Industrial abarataron el precio del azúcar consagrándola como un elemento de la canasta básica para la población mundial.

En la actualidad, el mercado de azúcar global factura aproximadamente ochenta millones de dólares anuales y es fuente de empleo para millones de personas, destacando países como Brasil – el mayor productor del mundo – Tailandia y Sudáfrica.

La industria del azúcar en México

La industria azucarera es de alto impacto para la economía del país, tan solo su producción primaria genera un valor de alrededor de 30 mil millones de pesos cada año. Al periodo de cosecha de la caña – que va de noviembre a marzo de cada año – se le conoce como “zafra” y marca un hito en la economía regional ciclo con ciclo.

El Comité Nacional para el Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar (CONADESUCA) tiene registro de 48 ingenios azucareros en la República que participan de esta, destacando los localizados en Veracruz – que por sí solos aportan el 50% de la producción –, San Luis Potosí y Jalisco.

Los productores nacionales se enfrentan a un panorama volátil, pues el mercado es sumamente sensible a factores externos como fluctuaciones en el tipo de cambio, disponibilidad y costo de los insumos y condiciones climáticas, principalmente.

En este sentido, México ha experimentado dos años consecutivos de baja producción, fenómeno que se puede adjudicar a dos razones principales: la sequía – de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, 2023 fue el año más seco en las últimas 8 décadas, dejando una afectación grave en presas de uso agrícola que resultó en la reducción de superficies cosechables –; y el encarecimiento del fertilizante, consecuencia del conflicto bélico en Rusia – el principal productor mundial de este insumo.

Esto ha desembocado en una producción nacional que no alcanza a satisfacer la oferta que se preveía proporcionar a Estados Unidos en virtud de nuestro acuerdo comercial. El informe mensual del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) publicado en abril muestra una reducción considerable en el pronóstico sobre el volumen de azúcar que se importará del país en el año.

Las condiciones actuales y la prognosis de años venideros poco prometedores han presionado a los productores a plantearse un reto monumental: hacer más con menos, es decir, hacer su producción más eficiente.

El proceso y nuestra incidencia

Para entender mejor desde donde podemos entrar a impulsar el sector, echemos un vistazo general a cómo se ve el proceso de producción del azúcar:

  • Después de recolectar la caña de azúcar, se pesa y se toman muestras para analizar la cantidad de sacarosa y las impurezas. Luego, se lava la caña.
  • Una vez limpia, se corta en trozos utilizando máquinas especiales. El jugo se extrae de los trozos de caña mediante un proceso que incluye molinos y agua caliente. Los residuos de este proceso se llaman «bagazo» y se pueden usar para generar energía o fabricar papel.
  • El jugo se calienta, se limpia y se evapora para aumentar el contenido de sacarosa, creando cristales de azúcar.
  • Después, se separan los cristales a través de un proceso de centrifugación y se lavan con agua varias veces para eliminar la melaza. La melaza restante se puede vender como alimento para animales o utilizar en la fabricación de alcohol.
  • Finalmente, los cristales de azúcar se secan en una secadora de aire caliente para eliminar la humedad, produciendo azúcar refinada lista para empaquetar.

Este proceso es muy anticuado, no está conectado, ni monitoreado y la continuidad del servicio es endeble.

Nuestra misión

En respuesta, se formularon y accionaron soluciones que combinan la oferta de distintas unidades de negocio y abarquen las tres capas del EcoStruxure para hacer del Azúcar 4.0 una realidad:

  • Producción eficiente con cero desperdicios
  • Operación sostenible con una factura energética reducida
  • Gestión inteligente de la energía y una cadena de suministro optimizada
    En conjunto, el avance es el objetivo de lograr la seguridad alimentaria de la población.

Algunos de los problemas más latentes de los ingenios son el desperdicio de insumos implícito en su proceso actual y la incursión en altos costos por paros no programados, consecuencia de fallas en sus equipos por lo general muy viejos; además de contar con una preocupación real por el cambio climático, pues viven de primera mano sus repercusiones.

En respuesta, un muy necesario primer paso será el reemplazo de equipos obsoletos por productos conectables que permitan la automatización de procesos y recolección de información.

Esto habilitará la escalación a nivel de control, donde pareando nuestros equipos asertivamente con la oferta de servicios digitales podremos visualizar los datos de la salud de su hardware, sus patrones de consumo de energía y la calidad de esta, así como monitorear y gestionar los activos del sitio, según sea su necesidad particular.

La coronación de una solución de este estilo serían los servicios de analíticos para, por ejemplo, para mantener una observación cercana del consumo eléctrico y las áreas de mejora y ejecutar estrategias para optimizar la producción, llevando así a su máxima eficiencia y descarbonización un proceso que como vimos en sí ya es muy sustentable.

¿Te puedes imaginar un mundo en el que el consumo de azúcar tenga cero impacto ambiental?

¡No te pierdas la siguiente entrega de este blog donde entrevistaremos a uno de nuestros integradores Alliance, con quien tenemos colaboración cercana en esta materia!

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